Tocando fondo

Cuando la tristeza extrema se entrelaza con el dolor insoportable de repente recuerdas el viejo debate sobre el suicidio y la eutanasia.
Cuando lo único que te obliga a seguir viviendo es ser el padre de dos hijos, uno de 22 años pero que aún necesita mi apoyo, y un de 7, maravilloso, lleno de energía, que me adora y la única personita  que consigue hacerme reír, en esas dos horas al día que le estoy viendo ahora,
Cuando eso es lo único,  cuando ya no tienes ilusión por nada más, cuando ya no tienes sueños, cuando ya lo único que quieres es tomarte diazepanes y dormir, dormir y olvidar tu vida, dormir y no despertar, cuando te pones a llorar sin ninguna razón aparente, cuando ya no te apetece conocer a nadie, cuando ya no sientes merecedor de amor, cuando le ves tan poco sentido a tu vida.
Te da por pensar que tu hijo mayor es ya adulto y se las arreglará, además tiene a su madre allá em Inglaterra.
Si pienso en mi hijo de 7 años. Tiene una madre maravillosa que cuidará de él perfectamente, con el tiempo me olvidaría y tendría un nuevo padre, el nuevo novio de su madre. Además , siendo yo un paciente psiquiátrico inestable, probablemente esté mejor sin mi que conmigo. Seguro que su madre lo ha pensado más de una vez.
No haría falta atiborrarme a diazepanes , se por experiencia como médico de urgencias que nadie ha logrado suicidarse con diazepanes. Sería mucho más efectivo tomarme la caja entera de Antabus, 1 sola pastilla causa una reacción brutal cuando se mezcla con un poco de alcohol, y mezclarla con dos botellas de un buen y caro Rioja, no llegaría ni al hospital, y moriría con clase.
Nunca, ni en mis más graves depresiones he llegado a pensar seriamente en el suicidio y mucho menos planificarlo. Y siempre que tengo alguna idea a respecto me da por llorar porque siempre he creído amar la vida demasiado para abandonarla y el hecho de que de repente esa vida me parezca más una pesadilla, me hace llorar..
Hasta ahora en estos 7 meses desde que Laura me dejó, logré aguantar, ir a trabajar, cuidar de mi hijo, no deprimierme, sacar fuerzas de flaqueza y ánimos mayormente gracias a mi hijo.
Pero durante ell confinamiento por el Coronavirus pasé 3 semanas sin ver en absoluto a mi hijo, no veia a casi nadie, y solo en casa , no pude más y empecé a beber vino, cada vez mas , hasta que al cabo de 1 mes más llegue a bebes 2 botellas de tinto al dia y no poder pasar más de 12 horas sin beber.
Sólo quería olvidar mi fracaso como pareja, mi fracaso como familia, el fracaso de 8 años de un proyecto de vida que por lo menos a mi me hacía feliz y sentir una estabilidad que no había vivido nunca.
Dado que tenía a un niño peque del que cuidar y además seguia trabajando, tomé la decisió de hacer una desintoxicación supervisada por mis terapeutas y con medicación, se lo comuniqué a la madre de mi hijo y me di de baja en el trabajo. Me trasladé temporalmente a casa de mis padres para que me controlaran la medicación y la tentación de comprar vino. Tras 2 semanas la desintoxicación ha sido todo un éxito.
Me ha costado mucho menos de lo que creía.
Pero hace 3 días la madre de mi hijo me envió un mensaje por equivocación, que en realidad era para su nueva relación, cosa que claro ella no me había contado.
Y entré en una especie de episodio que no sabría definir, devolvía a mi hijo a su madre sin mediar palabra.
Pero durante 3 días le he estado enviando mensajes e emails con las mayores barbaridades imaginables, hasta el punto de desearle la muerte. estoy pendiente de hablar con mi psiquiatra y mi psicóloga para que puedan opinar al respecto y  descartar que no tuviera un brote psicótico, porque jamás le había dicho cosas ta horribles a nadie, mucho  menos desearle la muerte.
En esos tres dias llegue a tomar 30 diazepanes para poder tranquilizarme y poder dormir muchas horas.
ahora estoy ya tranquilo, me he disculpado sinceramente en persona con mi ex.
Pero me queda la sensación de que ya no soy la misma persona, es buena persona, generosa, cariñosa, soñadora, me da la impresión de que ya no existe, ya no tengo ni sueños, ni ganas de ayudar a nadie, ni de ser cariñoso, no tengo ni ganas de reír. Sólo tengo ganas de estar solo y dormir.
Y miedo, mucho miedo, miedo a que esto sea el principio de una depresión. La última tardó 3 largos años en curarse, 3 años de vida perdida, como un zombie. Y entonces tuve la suerte de tener a Laura noche y dia, cuidando. Ahora estoy absolutamente solo.

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