Viva la ignorancia y la estupidez (¡hay solución y vacuna!)
Este es un tema reiterado en muchas de mis entradas.
Hoy en día ves "gente humana" que se pasea por ahí diciendo casi orgullosos que han leído muy pocos libros en su vida. Pues lo siento pero no hay excusa alguna para ser un ignorante y encima ser tan estúpido como para vanagloriarse de ello.
Y el problema, se convierte en problema cuando te das cuenta de que estos seres no son excepcionales, ¡son un ejército!
¿Ah? ¿Que estoy siendo un poco duro, un poco intolerante, prepotente quizás?
Es bien posible.
Yo he intentado simplemente perfeccionar mis estrategias para cruzarme con el menor número posible de borregos.
Pero es que, aventurado lector/a, este ejército de borregos no solamente tiene derecho a voto en las elecciones generales, es que tiene derecho a votar también en las reuniones de vecinos, pueden conducir coches (y camiones y aviones), tienen críos y lo peor de todo, tienen opìniones y consejos que nadie les ha solicitado.
Son parte de nuestro entorno queramos o no, de día y de noche.
En teoría no habría que quejarse de aquello que no vas a intentar arreglar.
Y la verdad es que no tengo ninguna solución mágica, sería demasiado fácil.
Por ahora, a pesar de estrujarme el cerebro, sólo he podido encontrar soluciones parciales para intentar reducir daños en el día a día.
Pero sabemos que, como para casi todo, la solución parte de la educación, y aunque anteviniésemos en esa educación, los borregos actuales, jóvenes y adultos, se escaparían a nuestra revolución educativa. Y tendremos que aguantarlos y aguantar las consecuencias de sus actos o sus omisiones hasta nuestra muerte.
Así que, señor Martin Luther King, tenía usted toda la razón pero, la lucha está perdida de antemano.
Ok, dejé esta entrada sin publicar, intuyendo que aunque aparentemente finalizada, quizá estando en un estado de ánimo diferente quizás pudiera acabarla de verdad y no sólo en la presentación del problema.
Lo curioso es que mi estado de ánimo fue a peor en razón a un trabajo temporal que fue una pesadilla. Una vez finalizado he vuelto a mi "normalidad".
Y leyendo este borrador se me ha pasado por la cabeza la idea peregrina de intentar acabarlo de manera positiva (cuando se que es casi imposible), escuchando la Lucha de Gigantes de Antonio Vega.
Primero es imprescindible que precise algo fundamental en el tema de la ignorancia.
Esta especie de enfermedad contagiosa (recordemos el papel de la sociedad en el aprendizaje o el no aprendizaje) es totalmente transversal, no sabe de clases sociales o económicas, no se asocia ni mucho menos al nivel de estudios, no se asocia a la edad física o mental, ni siquiera al nivel de madurez.
He conocido a personas con un nivel educativo básico que han leído muchísimo más que yo, no suelen decir estupideces, y suelen ser personas humildes. Cualidades ausentes en los verdaderos ignorantes, los que están convencidos de que, o lo saben todo, o que ya les basta con lo que saben (vease como ejemplo, para su trabajo o su deporte favorito), los que aún siguen creyendo o excusándose en el famoso dicho "La curiosidad mató al gato" para no leer. Lo que sea, un libro, un periódico, un cómic. Para, tras el fracaso continuo de la comunidad científica para poder mesurar la capacidad de almacenamiento de datos del cerebro humano, los que temen informarse demasiado, no vaya a ser que se ralentice su CPU.
Por otro lado he conocido licenciados o altos directivos de empresas que en cuanto les sacas de su área de trabajo, se sienten incómodos, perdidos.
No se si estoy expresando bien mi idea.
La cosa no va de la cantidad de libros que hayas leído, sino de las ganas de conocer, de aprender de tu entorno o de la otra punta del globo, las ganas de conocerte más a ti mismo, así como de conocer más a los demás.
Por ejemplo, yo he leído bastantes libros, pero muchísimos menos de los que hubiese podido o querido, teniéndolos al alcance de la mano, por las razones que fueran; por pereza, por tiempo, por sustituirlos por otros medios como la televisión, el cine o la música (es mi obsesión) o...la vida.
Lo que nunca he sentido es que ya sabía suficiente de nada, o por lo menos muy pocas veces.
De pequeño se me tachó de tonto por preguntar demasiado.
Qué equivocados estaban.
El daño que me hizo durante años se fue desvaneciendo cuando tozudamente seguí preguntándome y preguntando sobre las cosas que no entendía, empecé a hacer amigos que me apreciaron y así, chino chano, acabé cumpliendo mi sueño.
El niño tonto se convirtió en médico.
Y podría seguir siendo un ignorante, pero no me siento un experto en nada, siempre habrá alguien que sabe más que tú. No saco pecho al decir que se me han quedado por leer tantos libros que hubiera deseado leer, y peor todos aquellos fundamentales que ni siquiera conozco.
Continúo preguntándome el por qué y el cómo de las cosas.
Y también, por qué no decirlo, para licenciarse en Medicina no hace falta un cerebro privilegiado, sólo mucho esfuerzo y, eso sí, en el caso de que pretendas ejercer como médico (de verdad), has de tener una capacidad innata para poder estar en contacto con el sufrimiento y la miseria humana, sentirlos aunque sea en pequeña medida como si fueran tuyos, y devolvérselos al paciente en forma de comprensión, confianza y esperanza.
Bueno como casi siempre me desvío del hilo principal (but what the heck!) esto no es un libro de texto ni un blog especializado.
Y no, sigo sin tener una solución para la pandemia de Ignorancia 4.0 que asola el mundo.
Me he sentido tentado de decir que nuestro ancestros sabían menos que nosotros pero eran paradójicamente menos ignorantes.
Pero creo que, leyendo la historia del mundo (¿escrita por quien?), la Ignorancia ha estado siempre ahí, y más que una pandemia puede ser que sea una cualidad exclusivamente humana (¿os imagináis a un gato o a una gacela ignorante?).
La diferencia es sólo cuantitativa, en nuestros tiempos de conexión permanente una red universal y a sus redes sociales, esta cualidad se disemina y se potencia a velocidades y distancias nunca vistas antes.
Se ha comprobado que las herramientas de la web supuestamente revolucionarias en su inicio, son las causantes de todo lo contrario a una revolución.
La creación de hordas de borregos que no piensan por sí mismos, sólo miran a los demás, por supuesto a los que confirman sus creencias, por irracionales que sean.
Una distorsión cognitiva muy conocida, la confirmación de nuestras creencias u opiniones a partir de opiniones externas similares a las nuestras (Sesgo Confirmatorio).
Los chats de esas redes u otras específicas (véase Whatsapp) han transformado la manera en que nos relacionamos. Cada vez tenemos menos paciencia, nos cuesta más esfuerzo mantener la atención en lo que nos cuenta otra persona, en persona.
En los chats tenemos toda la libertad para hacer otras cosas mientras chateamos, responder cuando nos apetezca y también para no escuchar, sin ni siquiera tener que hacer esfuerzos por parecer que prestamos atención a la otra persona.
Y por supuesto. esa libertad que prometía se ha convertido en una buena parte de la humanidad, en una esclavitud. No creo que hayan demasiados que en los últimos 30 años, en un momento u otro, no hayan estado "enganchados" en un nivel muy parecido a una adicción a sustancias; a las redes sociales, a los chats, a los juegos online, etc.
El primer problema que esto conlleva es básico. El tiempo. Todas las horas que se pasan frente una pantalla, del tamaño que sea (recordemos el omnipresente móvil en nuestras vidas o las videoconsolas en niños y adolescentes), son horas que no podemos dedicar a leer, a jugar en la realidad con amigos o compañeros, a dialogar y aprender de otras personas.
Del primer problema deriva el segundo.
La pérdida gradual de la capacidad de atención, sobretodo de mantenerla. Si esto, como ya he mencionado, es un problema para los adultos, para los niños y adolescentes es más grave.
En esa época en la que pueden absorber tanta información, a medida que crece su cerebro y se van desarrollando sus futuras redes neuronales, esa pérdida de capacidad para mantener la atención no sólo constituye un problema en las aulas, sino que el niño, lógicamente preferirá actividades en las que apenas debe hacer esfuerzos (ej. videojuegos, Youtube, etc) a actividades como leer, donde el principio y el objetivo es precisamente el esfuerzo que tiene que hacer el lector, para entender lo que lee, hacerse una imagen mental de esa lectura, aprender en muchos casos y finalmente crear sus propias conclusiones sobre el tema.
Pasemos de mis hipótesis a la realidad.
En el tiempo que he tardado en retomar esta entrada, Donald Trump fue elegido como Presidente de los EEUU.
¿Quién podría ser capaz de votar como presidente de su país a un loco fascista, machista, xenófobo, pendiente de varias causas judiciales o si se prefiere a un rico payaso, totalmente carente de empatía, con el ego del tamaño del Empire State, manipulador experto, con todas las papeletas de ser un psicópata de tomo y lomo?
Casi 80 millones de norteamericanos, a los que hay que añadirles los millones que ni siquiera votaron.
¿Cómo es posible?
Aquí aparecen nuestras amigas la Ignorancia, de todos aquellos que por falta de información no tenían idea de a quién votaban, y peor, la Estupidez, de aquellos que sabían bien a quien votaban y aún así lo hicieron.
No hay que olvidar que un pueblo ignorante es siempre más fácilmente manipulable. Pero los no ignorantes, estúpidos también son manipulables.
Recordemos como ejemplo a Hitler, el pueblo germano de su tiempo no era precisamente ignorante. Pero los encantos y capacidad manipulativa de los más astutos psicópatas (y los psicópatas de los que se rodean (Goebbels, Mengele)) pueden engañar a todo un pueblo.
Ojo, que cosas parecidas o peores están sucediendo tanto en Occidente como en Oriente, no acuso a los estadounidenses de ser los causantes o el origen de la pandemia de la que hablo más arriba (aunque algo tiene que ver su influencia cultural en sectores clave como el cine y la música, en los últimos 40 años hemos tragado mucho cine norteamericano, muchas veces sin cuestionarnos si era realidad o ciencia ficción lo que nos enviaban desde el otro lado del Atlántico, y desde luego el gran auge de la tecnología informática y de la web, se inventó y se ha producido desde Silicon Valley; Apple, Microsoft, Google, Facebook, etc).
Porque claro ¿quién es más loco, el loco o el loco que sigue al loco?
Si dijera más al respecto correría el riesgo de repetirme.
Los millennials, generación X y baby-boomers están perdidos.
Y sólo puedo decir lo que hago en mi caso con mi hijo de 12 años. Cada cual que encuentre sus soluciones, si es que cree que hay algún problema.
Mi hijo es el único de su clase que no tiene smartphone (hay compañeritos suyos que lo tienen desde los 8 años) y lo curioso es que ni siquiera nos lo ha pedido.
Nunca ha tenido una videoconsola.
Tiene el tiempo de visualización de Youtube y de tablet restringido, mediante aplicación de control familiar.
Como tiene tanto tiempo restante, tiene tiempo de sobra para ir a sus entrenos de fútbol, de leer libros (ya sean propuestos por nosotros o elegidos por él), costó al principio pero poco a poco vamos consiguiendo que leer, para él sea algo natural y deseable. Y como regalo final (para nosotros, padres) le queda tiempo para hablar con nosotros y contarnos sus cosas. Y para hacer actividades juntos.
Conclusión; para nuestros hijos, generación posterior a los millennials, la educación sigue siendo la herramienta más potente, aunque sus efectos sean a largo plazo. Y no podemos esperar a que la Enseñanza Pública o Privada se decida dicha herramienta para revolucionar la Enseñanza y Educación de los niños y adolescentes. No pòdemos esperar a que surja una nueva y enésima Ley de Enseñanza, que lo cambie todo, menos lo enseñanza más básica, convertir a nuestros futuros cerebros en personas expertas en Pensamiento Crítico, la principal herramienta para vacunarnos todos de la Ignorancia, la Estupidez, talones de Aquiles nos convierte en seres humanos más manipulables (mucho más que cualquier otra especie animal, en ellos predominan sus instintos de supervivencia, mucho más potentes que los nuestros, es decir a un perro o un gato ser le puede amaestrar pero no manipular para que actúe en contra de su pobre vida).
A riesgo de repetirme, esta vez lo escribo en mayúsculas.
PENSAMIENTO CRÍTICO ES TODO LO QUE SE NECESITA, algo con lo que no se nace, sino que se aprende. Ni un smartphone, ni Facebook, ni NetfliX, ni X, ni Donald Trump nos lo va a enseñar, en realidad no les conviene, aborregados somos infinitamente mejores consumidores de todos los laxantes mentales que nos venden. Sí, no se escandalicen. Toda nuestra potencia cerebral (y si te descuidas también la seXual) se nos escapa tuberías abajo por unos inodoros virtuales de los que apenas conscientes.
¡Me dan ganas de llamar a la insurrección y la revolución!
A parte del trabajo duro personalizado por los padres o los educadores de contrarrestar el efecto de estos laXantes mentales en nuestros jóvenes, creo firmemente que deberíamos destruir (las leyes de control nacionales o internacionales no están funcionando) los grandes imperios construidos a partir de unas REDES SOCIALES esclavizantes, maliciosas y peligrosas que ponen por delante del bienestar físico y mental de las personas, el beneficio empresarial.
Si fuera un informático bien entrenado, no estaría escribiendo todo esto, estaría sin ninguna duda ya dentro de los servidores de todas estas empresas informáticas, demoliendo los pilares de lo que probablemente el mayor experimento de cobayas humanas hecho en la Historia, el Internet descontrolado, un nido de delincuentes de cuello negro y de cuello blanco, de psicópatas depredadores, traficantes de personas, de drogas y de grandes empresas que trafican con nuestros datos personales para enriquecerse, moldeando nuestros cerebros con todas las técnicas de manipulación bien conocidas.
Técnicas que tal como conocía Adolf Hitler, cada Presidente de los EEUU también conocía de sobra, y algunos gobernantes europeos también, por supuesto.
No hay que rendirse. Hasta la victoria, siempre!
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