Mi sueño: el desgarro

Cada vez que caigo en mi cama, de día o de noche,
tengo el mismo sueño.
Paseo bien de mañana  por un gran parque, lleno de cipreses recortados, alguna acacia y robles bien adultos con sus sombras imponentes. Las flores empiezan a despertarse tímidamente con el rocío todavía en sus pétalos.
Hay pocos viandantes, bien abrigados, con la mirada perdida.
El sol despunta sin apenas ofrecer nada de su calor.
Las farolas desprenden una luz mortecina que de repente desaparece como si hubieran muerto.
A lo lejos puedo apreciar la figura grácil, muy delgada, a pesar de su abrigo, una mujer de pelo corto al nivel de sus orejas, moreno y lacio. Piel blanca. Y un movimiento entre gracioso y tímido.
Siempre he creído, muy tontamente, en el destino. Pero bien entendido, el destino hay que buscarlo.
La chica se acercaba y pude ver que iba leyendo un libro.
Siempre me ha maravillado la gente que puede leer mientras camina.
Así que ya le pude atribuír un primera virtud.
Al acercarnos todavía más pude contemplar de nuevo su piel, aterciopelada, su orejas perfectas y su nariz con mucha personalidad, sus labios finos y prietos. No sus ojos,pues estaban enzarzados en su lectura.
Entonces, un golpe de viento hizo volar su marcapáginas.
Esa fue la señal de mi destino.
Salté como un resorte y lo atrapé todavía en el aire.
Le ofrecí el marcador inmediatamente, tras lo cual ella esbozo primero una sonrisa y de repente como so no pudiera reprimirse más, una carcajada sonora y se dirigió a mí:
-¿Eres un saltimbanqui, un deportista de élite o simplemente un loco rematado?
Yo repondí medio indignado -Ni una cosa ni la otra, me llamo Francisco.
- Una pena, los locos rematados me chiflan - y soltó otra carcajada-
- Lo siento mucho- respondí- pero, que yo sepa, no estoy loco. Pero hoy en día hay cursos para todo, me podría apuntar...
Y ella sin poder contener su risa contestó- ¿Anda un loco rematado con sentido del humor!
Yo pasé al contrataque - ya que tú me has descrito con toda precisión, ahora me toca a mi.
En ese momento,ella se puso seria y me miró directamente a los ojos.
Verdes, verdes como el mar a media tarde, alargados. Su mirada de repente tan seria me enmudeció y mi cerebro se paralizó.
Y tan sólo puede articular dos palabras - tu ojos.
Ella se quedó mirándome con una mezcla de curiosidad y ternura. Sabía perfectamente a que me refería. Sabía perfectamente el efecto que sus ojos habían provocado en todo mi ser. Pero aún así, deseó escucharlo de mis labios.- ¿Qué le pasa a mis ojos, Francisco?
Yo sabía que estaba en un buen aprieto, si no decía nada, pasaba por tonto, si decía algo romántico pasaría por un pagafantas.
Por tanto decidí tomarme mi tiempo, saqué un botellín de agua que llevaba en la mochila, lo abrí con parsimonia y me bebí lo menos media botella, mientras ella me observaba divertida.
Bueno decidí lanzarme - lo primero es que tienes que prometerme que no te reirás de mi diga lo que diga.
Prometido - dijo ella- por el niñito Jesus.
En serio, por favor- le espeté. Ella pueso una cara seria que todavía no le había visto.Si me rió de ti, prometo tirarme al estanque desnuda.
Eso no se si me dejó más tranquilo o más excitado.
Mira, cuando he visto por primera vez el color de tus ojos, me ha devuelto a mi infancia, cuando mis padres y mis tres hermanos íbamos a bucear todos juntos en Ibiza. Sus aguas eran muy claras pero de un verde tan precioso que a veces se nos olvidaba que se nos acaba el aire y teníamos que subir a la superficie a toda prisa. Nunca he vuelto a ver un verde igual hasta que me has mirado a los ojos.
Cualquiera te podría decir que tienes unos ojos bellísimos, yo sólo he podido decirte a donde me han transportado.
Entonces ella que no había hecho ni un gesto, me miró con una ternura desconocida para mi,
acercó su finas manos a mis mejillas, yo me quedé paralizado de nuevo.
Y se acercó muy lentamente hasta que sus labios y los míos se rozaron.
Luego sin transición, guardó su libro en su bolso y me cogió de la mano.
Y ya no paramos de conversar, sonreír y reír.
***
El desgarro.
Me despierto.
La vida está ahí fuera.
Y no se parece en nada a mi sueño.

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