La nada

Son las tres de la mañana y me he despertado con una sensación de asfixia.
Me dormí con dificultad sin poder parar de pensar ella.
Cuando pienso en ella, cuando fantaseo con la idea de volver con ella, me obligo a pensar una y otra vez, lo que una vez me dijo: Francisco, nosotros nunca volveremos a estar juntos, Francisco, nosotros no volveremos a estar juntos, Francisco, nosotros no volveremos a estar juntos...y eventualmente me duermo.
La transición del amor a la nada se siente como debe sentirse el cambio de la atmósfera terrestre al espacio exterior. No ya a un aire irrespirable por maloliente o contaminado, más bien como el dolor y la desesperación de pasar a un medio donde no aire alguno, como el agua o el vacío del espacio.
El que ha amado de verdad, siente que ama con cada respiración, como si cada inhalación correspondiera con cada exhalación del ser amado.
Cuando el ser amado desaparece, continuas inhalando pero de repente ya no hay aire que respirar.
Sólo sientes la nada.
Lo intangible.
Inimaginable.
Las calles vacías.
El cielo sin color.
No hay ruido ni sonido.
Tu piel de cartón.
No hueles ni tu propio sudor.
Y comes por comer, porque no hay sabores.
No hay absolutamente nada.

Comentarios

Entradas populares