Eterno aprendizaje

Hoy en día hay que tener muy claras las cosas.
Y cuando digo las cosas, me refiero fundamentalmente a uno mismo.
Recibimos presiones desde muchos puntos, trabajo, familia, amigos, parejas, medios de comunicación, publicidad.
Todos hemos escuchado alguna vez el gran consejo, "conocerse a uno mismo es fundamental, la gran aventura de tu vida" y te decías para tus adentros "venga ya, con los años que llevo aguantándome".
Pero los familiares, amigos o cuñaos que os dieron tal consejo, se conocieran ellos mismos o no, dieron en el clavo.
Porque al igual que un científico, un médico, un profesor o un ingeniero no pueden dejar de aprender en toda su vida, cada uno de nosotros tiene una personalidad, un carácter que aunque a nosotros y a los demás resulte más cómodo encasillar en uno de los tipos preconcebidos, en realidad nuestros interiores son insondables, al igual que casi infinito el número de neuronas que tenemos y más aún las interconexiones entre ellas.
Por tanto, la conclusión es, por muy bien que creas que te conoces, sigues desconociendo una buena parte de ti. Y por tanto merece la pena considerar pasar un tiempo, por poco que sea, al día, a pensar en lo que hemos vivido ese día y cómo hemos reaccionado.
Seguro, incluso la persona con más autoestima y más seguridad en sí misma, se ha encontrado en alguna ocasión en la que no supo cómo reaccionar. En ese momento, con su reacción, aprendió algo nuevo sobre sí misma.
Este pequeño y humilde escrito va dedicado a un amigo cuya sinceridad aprecio muchísimo.

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