Desamor. Del dolor y la belleza.

Éste no es un blog de Psicología.
Partiendo de ahí, pretendo ahondar en la interrelación necesaria entre el dolor y la belleza del desamor.
El desamor se vive tanto en el que abandona una relación como en el que se siente abandonado.
Pero no con la misma intensidad.
El abandonado no sólo vive la separación con más intensidad, también asocia una serie de sentimientos y pensamientos que la persona que se va no experimenta.
El abandonado siente culpa por todo lo que hizo mal y por todo lo que no hizo. Siente que no merece el amor de su amada y por ende de nadie. Siente la inutilidad de no haber sido capaz de mantener una familia unida. Siente que si no es suficientemente bueno para la persona que le había jurado amor, no será bueno para nadie más. Como a menudo suele suceder, centramos nuestra vida en nuestro ser amado, y cuando éste desaparece, sentimos una especie de vértigo, la vida de repente carece de sentido, nuestros cimientos se resquebrajan. Y no son excepcionales los sentimientos de total pérdida de la autoestima, de las ganas de vivir, e incluso del abuso de sustancias. El más frecuente, el alcohol por su fácil disponibilidad.
Y es incluso fácil llegar a alcoholizarse, porque usas el alcohol, que es un depresor nervioso, para anestesiar tus pensamientos, tus rumiaciones, y tu dolor insoportable.
Repito, no soy Psicólogo.
Todo lo que escribo o lo he visto en amigos o lo he vivido en mis propias carnes.
Todo lo que he descrito es, claro en la primeras fases del duelo por la pérdida, porque perder a un ser muy querido conlleva un duelo, ya sea una pérdida física o emocional.
Tras la fase de negación y dolor inconmensurable, llega la fase de la aceptación.
En la aceptación, no desaparece el dolor, pero se intenta aceptar como algo natural del proceso, y comienzas a inventarte diferentes maneras, no tóxicas, de afrontar el dolor, la realidad con otra actitud, una actitud que te permita, sentir menos dolor y más orgullo por saber que lo estas, poco a poco, superando.
Y uno de los pequeños trucos que he encontrado yo personalmente, es éste.
Cada vez que, de manera recurrente vienen a mi memoria recuerdos de mi ex pareja, en lugar de intentar odiarla, olvidarla, despreciarla; intento con toda mi sinceridad y honestidad darle las gracias por haberme regalado momentos que nunca nadie jamás podrá volver a ofrecerme. Agradezco todo lo bueno que hizo por mi. Los años que cuidó de mi durante mi depresión, sin una sola queja, las horas y horas que escuchó mis sueños, los besos interminables, los despertares juntos, su sonrisa y sus risas. Nuestro hijo.
Y de repente, el dolor insufrible se va convirtiendo en belleza infinita.
¿Hubiera preferido, como tantas veces he deseado, no haberla conocido, para evitar el dolor?
Rotundamente NO!!!

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