La Playa y otros placeres prescindibles...o no

 Hace tiempo que no escribo.

No por falta de ideas.

Es muy sencillo. Recientemente he hecho migas con una persona que me escucha, parece entenderme e incluso parece interesarle lo que entiende. Si a eso le añades que esa persona tiene todo un mundo interior interesantísimo a explorar y del cual ha decidido poco a poco compartir conmigo, no hace falta ni que defina a esa persona ni que de más razones para haberme olvidado del blog.

No obstante aquí estoy, a parte de seguir teniendo la necesidad de expresar lo que pienso y siento, más bien usando el blog como dique de contención. Tengo miedo de que esta persona se pueda llegar a atragantar con tanta información, emociones y sentimientos. También tengo otro miedo, más visceral.

Y como me conozco, los miedos raramente me han frenado a la hora de actuar, vamos a ver si el muro de contención aguanta para dar tiempo a que nos conozcamos de modo que no haya peligro de espantada por alguna de las partes.

Dicho ésto, vamos a por la playa.

Partamos del simple hecho de que nunca he sido muy playero. Pero es que, sin tenerle realmente aversión, nunca voy a la playa. Pero ¿es eso un problema? En realidad no. Pero si le añades a esa realidad que nací en el Mediterráneo, vivo en el Mediterráneo y que estoy rodeado de Mediterráneo, la cosa cambia un poco. Y cuándo le dices a amigos o conocidos que no te apetece ir a la playa y ponen esa cara estúpida de incredulidad, la cosa cambia un poco más. Y por si faltaba poco, te pones a pensar y te das cuenta que cada vez que has ido a la playa, la has disfrutado y notas que te ha hecho bien. 

Es el momento en el que, aunque no sea un tema de vital importancia, has de analizar sus posibles orígenes, no sólo por pura curiosidad, sino porque es antinatural para mí negarme un placer que además es sano para mi cuerpo y mente.

Veamos, cómo obviamente, ahora mismo no tengo la respuesta, el origen primario, empezaré por motivos secundarios y relativos hasta que salga el motivo principal, si es que lo hay. No olvido mi máxima que aplico en medicina y extiendo a la vida en general. Todo, todo en la vida es multifactorial, ocurre por una aumulación de fatores, sin uno solo de los cuales las cosas, buenas o malas, no sucederían.

Esto, como he dicho, procede en la manera en que debe pensar un médico. Si el médico se conformara con la primera, la más evidente razón para el mal que aqueja al paciente, podría llevarle a perderse cientos de diagnósticos que también presentan esa razón (a esto le llamamos diagnóstico diferencial) y, al contrario, si el médico no tuviera en cuenta todas las razones que podrían llevarle al mal del paciente, podría obviar un diagnóstico de una enfermedad que está provocada por diversos patógenos a la vez y ayudada por diversos factores, sin cualquiera de los cuales (patógenos y factores) la patología no llegaría a expresarse/mostrarse, no se convertiría en enfermedad. 

Un buen ejemplo sería el de la famosa microbiota intestinal. Nuestro sistema digestivo está repleto de multitud de especies de bacterias en simbiosis con nosotros, ellas se alimentan con nuestros desperdicios y nosotros nos beneficiamos de su ayuda con la fermentación de alimentos. Pero algunas de estas especies son potencialmente patógenas y pueden pasar de vivir tranquilamente a ser agentes infecciosos y provocar enfermedades. Y eso depende de varios factores, desde un cambio en la dieta que las haga sobre reproducirse, un cambio en la acidez del medio debido por ejemplo a sobreingesta de alcohol, incluso exceso de secreción de ácido gástrico por estrés o ansiedad, un mal funcionamiento del hígado y por tanto de la secreción de los jugos biliares, una bajada de las defensas presentes en el tubo digestivo....o todos a la vez.

Dios! Siempre acabo así, en mi intento de hacer comprender lo que quiero decir, acabo dando lecciones que a poca gente importarán. Pero bueno siempre que tengo esta sensación, me digo que total nadie lee este blog y si alguien cae por casualidad, pues exactamente igual que encontrarse una playa nudista, si no te gusta ver gente desnuda o desnudarte tú mismo, vete a la siguiente playa.

Primer factor secundario. Soy lo que soy. El título del blog. Ya lo he descrito alguna vez, no significa que quiera reafirmar mi personalidad invariable. Simplemente reivindica mi yo en cada momento de mi vida No tengo que justificar ser como soy y mucho menos los cambios que me han llevado a ser quien soy hoy. Por ello me irrita mucho tener que hacer lo que hace el resto de la humanidad "normal" y disfruto mucho haciendo lo que me sale de los pinreles, sea "normal" o "anormal".

Segundo factor. Pereza. Poco que explicar.

Tercer factor. ¿con quién? Si le unes el primero al segundo y te tienes que ir solo a la playa, como que no; curiosamente a veces voy solo al cine y lo disfruto mucho, pero no se puede negar la diferencia, si el energúmeno de turno se calla, se apagan las luces y es como si estuvieras solo. La playa está cegadoramente repleta de seres humanos, unos más aguantables que otros. Pero bueno, he de reconocer en mi contra que teniendo un hijo a semanas alternas, si fuera sólo por este factor, no tendría excusa.

Cuarto factor. cegato como un topo. Sí, Hace mucho tiempo que dejé las lentillas. Es tan estúpido como que si llego a la playa, solo, tengo que decidir si meterme al agua con o sin las gafas, Si lo hago con las gafas, no me puedo pegar el chapuzón bendito ni bucear. Si lo hago sin las gafas, me tiro de cabeza y disfruto buceando y nadando. Pero, ¿dónde estoy? y ¿dónde están mis cosas? Ya se sabe que cuando estás un ratito en el agua, ésta te hace derivar ligeramente hacia un lado. Para cuando finalmente encuentro mi sitio en la playa, intentando no pisar a un pobre niño haciendo castillos o tropezar con una pobre vieja paseando por la orilla, igual encuentro mis cosas o no, incluyendo mi cartera y si han sido especialmente crueles, mis gafas.

Quinto factor. Este es más reciente y tiene algo que ver con la pereza. La gradual masificación de nuestras playas, hace que ya que haces el esfuerzo de levantarte de la sillita de tu querida terraza, donde eres feliz leyendo y escuchando música, decididamente esperas encontrarte aguas claras, algo de arena por donde llegar hasta la orilla y no tener que buscar un reducto entre una manada de turistas ya sean extranjeros, nacionales o autóctonos. Entonces sabes que para encontrar una playa o cala que compense el esfuerzo de salir de casa, deberás conducir hasta el lugar de la isla más alejado de la ciudad. Pereza...Si el tercer factor no está presente, esto es, si voy con mi hijo o con algún amigo o amiga, la verdad es que me gusta conducir (aunque la huella de carbono y el precio abusivo de la gasolina me frenan un poco) e iría a la otra punta de la isla.

Finalmente, creo que no existe una razón primigenia para evitar la playa.

Es el conjunto de los cinco factores.

No he podido recordar ningún trauma infantil. Todo lo contrario, recuerdo una infancia donde la playa estaba muy presente, disfrutándola con mis hermanos, es más tengo una imagen maravillosa grabada en mi mente de mi familia, todos juntos, buceando en las aguas cristalinas de una cala virgen en Ibiza. Lo disfruté tanto por lo precioso que era y también al ver la cara de felicidad en mis padres y hermanos.

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