El agridulce sabor de ser un padre II

 En la primera entrada de esta serie intenté expresar lo fundamental que es la educación de los niños por sus padres, no sólo para su futuro sino para darles la oportunidad de ser realmente niños, de disfrutar de su infancia. También por esa gran importancia de una buena educación, sugerí algún sistema de educación de los futuros padres, incluso algún tipo de control para embarcarse en tal ardua aventura. Y en paralelo, también un control  preventivo del maltrato infantil. 

Al ser humano no le suele gustar el control. Pues resulta que hoy en día llevamos una vida controlada hasta límites que que ni llegamos a percibir. Nuestro perfil con todos nuestros datos privados están en manos de todas las instituciones públicas; Hacienda, la Policía, los Partidos Políticos, los Ayuntamientos, El sistema de Salud Pública...y no públicas; los bancos, las grandes empresas que nos venden sus productos, las eléctricas, las telefónicas/internet/plataformas de streaming...y las ilegales, que pueden ser hackers o simplemente una de las grandes empresas citadas que se pasan por el forro el derecho a la privacidad de los datos de sus clientes.

Pues sabiendo todo esto ¿tan difícil es entender que el control de la futura paternidad para la protección de un niño es mucho más importante que la protección de nuestros datos personales? Y aún así el derecho a la paternidad sigue siendo sagrado.

Pues bien tras este resumen de la entrada previa, me dispongo a difícil tarea de expresar lo que debería ser una buena educación. Teniendo muy en cuenta que no soy ni un pedagogo, ni un psicólogo. Pero soy un médico que ha trabajado mucho con niños y que tengo dos hijos, con el primero de los cuales tuve muchos de los problemas que expongo a continuación, con el segundo entre mi experiencia, mucha lectura y observando su progreso, creo que puedo dar una opinión informada del tema. Pero bueno al fin y al cabo es sólo mi opinión. La tomas o la dejas. Esto va dirigido a padres que no consiguen conectar con sus críos, a padres que se sienten perdidos, a padres que aman a sus hijos pero no saben bien que tipo de educación impartirles. Esto es mucho más frecuente de lo que se pueda pensar, porque hoy en día los niños se hallan invadidos por un mundo multimedia y ciberconectado que no tiene parangón en el pasado no muy lejano. Ante el vacío dejado por los padres en la educación de sus hijos, los niños son virtualmente educados, no sólo por sus amigos (esto siempre ha existido) sino por toda una serie de dispositivos que emiten material mínimamente controlado o no controlado en absoluto, que inculca ideas completamente falsas en la mente de los niños, muchas relacionadas u originadas en el sistema hiperconsumista y un machismo que todavía no hemos superado, donde prevalecen las ideas del placer inmediato (Playstation, videojuegos online, el fatídico Youtube que rastrean sus gustos y les muestran en  bucle vídeo tras vídeo solo como ejemplos), llegando con mucha frecuencia a la creación de adicciones, peligrosas por el simple hecho de la pérdida de la habilidad de la atención y también privarles de otras actividades que serían necesarias para su desarrollo como el ejercicio, o simplemente privarles de hacer otras actividades que disfrutarían o ya han disfrutado antes. Ya no hablo del libre acceso no controlado a la pornografía y webs violentas. Cuando los niños han llegado a este límite, su educación se torna enormemente difícil, resultando en un número creciente de casos en la necesidad de un psicólogo especializado en adicciones.

¿Y por qué ocurre todo esto? ¿Que es antes la gallina o el huevo?

La respuesta podría parecer sencilla. De hecho ya he apuntado un inicio; el vacío que dejan los padres en las mentes de su hijos frente a un mundo repleto de estímulos que no son naturales ni beneficiosos para el niño.

¿Pero cómo se llega a ese punto?

Hay básicamente tres tipos de educación paternal.

1. Educación cero. 

 Son los padres que creen que sus hijos van a educarse en base a la experiencia.   Padres que delegan la educación paternal a la escuela.                                               Primero, la experiencia es una fuente indispensable para el desarrollo de la   personalidad, para madurar hasta llegar a ser adulto y más allá. Pero los niños (y perdón, pero no he definido las edades que delimitan la niñez, para mí un niño es un niño hasta los 14 años, esto puede variar en función del propio carácter del niño y por supuesto del género). Los niños no tienen las herramientas, la capacidad de juicio, la capacidad de razonar con lógica y sobretodo, nacen sin saber lo que está bien y lo que está mal. Por tanto, dejarles completa libertad de acción puede llevarles a experiencias para las que no están preparados y por tanto actuar peligrosamente o incluso llegar a traumatizarse ante unas imágenes que no encajan en su cabecita, o imprimir en ellos conductas peligrosas para ellos o para otros (sólo dejo el ejemplo de la trágica elevación en los números de violaciones de chicas menores por chicos menores, o la subida en casos de aislamiento, depresión, ideas suicidas y suicidios). En segundo lugar, delegar la educación de los críos a la escuela es un grave error. Hoy en día, pese a las reformas educativas, la prioridad de la mayoría de colegios es cumplir con un currículum impuesto desde arriba. Algunos colegios comienzan a impartir algo de educación emocional y  herramientas de socialización. Pero sólo como complemento a las asignaturas "fuertes" de toda la vida. Por tanto los colegios no son adecuados para educar a un niño, en toda la acepción de la palabra. Es más, nunca podrán sustituir el amor, cariño, respeto y guía para ese niño.

2. Educación ultra-permisiva.

Es curiosamente la más frecuente en la actualidad. Se inició en la progresiva concienciación de que una educación represiva y punitiva debía dejarse en el pasado. Pero el problema vino cuando los padres empezaron a pasar al otro extremo. Es decir, para evitar cualquier frustración o trauma a sus hijos, empezaron a darles todo lo que pedían (o exigían) o dejarles hacer lo que quisieran sin ningún tipo de control. Al principio este sistema pareció funcionar, los niños parecían felices. Pero les hacían un flaco favor. Que los niños no estén educados, esto es, tener las herramientas para discernir lo malo de lo bueno, pensar con lógica, tener pensamiento crítico, tener empatía, etc no significa que sean tontos, y rápidamente consiguen darse cuenta de que si los padres no les dan lo que quieren, un buen berrinche sume a sus padres en una ansiedad y frustración enormes y éstos deciden ceder por no hacer "sufrir" al niño, no se fuera a traumatizar o peor aún, dejara de quereles. Lo que no entienden estos padres permisivos, hasta que es demasiado tarde, es que están criando a un tirano, incapaz de saber frustrarse, carente de empatía, carente del sentido de lo que está bien o mal, carente de la idea de que para conseguir lo que quieres, muchas veces necesitas hacer un esfuerzo, egoísta  y egocéntrico (más allá del egoísmo natural de los niños pequeños).

 3. Disciplina positiva

Es un sistema de educación que muchos padres han seguido de forma espontánea, por la razón que sea, pero normalmente porque ellos fueron educados de dicha forma.                                                                                                                          Lo fundamental, la raíz de toda buena educación es el respeto, el respeto hacia el niño y desde él mismo. Esto debería ser el principal objetivo prioritario de cualquier padre.                                                                                                           Y eso requiere un proceso que conlleva un esfuerzo por los padres.                           Para respetar a alguien, primero le debes conocer. Y ahí entra lo que ya he señalado anteriormente. Con la mente completamente abierta, se debe observar al niño desde bebé, su comportamiento, luego escuchar activamente lo que nos quiera decir, sin juzgar, hacerle preguntas sobre cómo se siente y qué piensa, sus emociones, escuchar sus preguntas siendo todo lo sincero que se pueda comprender a su edad, expresar nuestras emociones ajustadas a su edad. Y enseñarle cosas, muchas cosas, hablando o, mejor, actuando. De esta forma el niño se irá sintiendo respetado, escuchado y comprendido, protegido, importante en la familia. Y lo más importante, irá construyendo su autoestima y autorespeto.            La segunda parte es un poco más dura pero igualmente necesaria. La disciplina punitiva, represiva, coercitiva ha demostrado ser muy perniciosa para los niños.      La disciplina que se propone no es punitiva sino positiva.                                          ¿Qué significa ésto?                                                                                                        Al niño, al mismo tiempo que se le ayuda a aceptarse tal cual es, también se le tiene que guiar (qué es bueno qué malo por ejemplo) en muchos aspectos.                Los niños nacen sin un manual de la vida, por tanto ahí estaremos nosotros para reforzar todo lo que hace bien y para tratar con paciencia y comprensión lo que hace mal. Y eso se hace hablando con el niño sobre el asunto en cuestión, como dije antes los niños son inmaduros pero no son tontos. Ante algún desastre que ha hecho un niño, o un berrinche tremendo, hay que mantener la calma, darle tiempo al niño para relajarse y entonces con toda la delicadeza que se pueda preguntarle un simple pregunta "¿Qué te pasa cariño? ahí le estamos dando la oportunidad de contarnos qué le pasa, qué es lo que le ha frustrado tanto, por qué ha hecho lo que ha hecho. Por de pronto el niño se siente escuchado y comprendido en lugar de ser juzgado y castigado. Y está más receptivo a lo que el padre tenga que decir al respecto, siempre de forma positiva. Que esa acción o berrinche no está bien, pero que tú no estás enfadado con él y que le vas a enseñar a evitar esa situación para que él no lo vuelva a pasar mal. Eso poco a poco le dará la confianza para saber que se puede controlar mejor, él mismo. Todo esto construirá la confianza en si mismo  y construirá su autorespeto.                                                                                            Hay una tercera parte. Al niño se le debe convencer de que tiene ciertas obligaciones. Unas veces lo conseguiremos con  buenas palabras y algunas veces deberemos hacerlo mediante una orden.                                                                                  Hay que explicarle que tiene que tiene que colaborar en las cosas de la casa (aunque sean pequeñas), al principio se resistirá pero, tras alguna orden (con suavidad)  cederá y comenzará a hacer sus tareas, y llegará a responsabilizarse de ellas (ya digo tan pequeñas como hacerle responsable de tener su mochila de la escuela preparada cada mañana),  no sólo ayudan las órdenes al principio, también cuenta y mucho el respeto que nos hemos ido ganado por su parte, en el proceso de sentirse aceptado por nosotros. De hecho lo curioso es que al final los niños educados de esta manera, acaban viendo la colaboración en casa como algo natural, es mas, les hace sentirse bien sentirse útiles en casa. Y de paso empezamos a introducirles el concepto del esfuerzo.                                                                      No vamos a darles todo lo que quieran ni hacer todo lo que quieran, podemos hacerlo así a secas, poco a poco aprenden que no se puede hacer todo a su gusto (recordemos que aún no tienen capacidad de juicio) , los demás también existimos, o idealmente les podemos proponer alternativas que sabemos que van a disfrutar igual y que puedan ser más adecuadas para él. No se trata del chantaje, tú haces esto y yo te compro la piruleta. Todo lo contrario, el niño hará la tarea que sea (los deberes por ejemplo) y luego no le daremos ningún premio que nos pida. Si viene de nosotros le propondremos una actividad lúdica que sabemos que le gusta. De manera que en lugar de un crío que se comporta como como un burro siguiendo la zanahoria, le inculcaremos el concepto del esfuerzo para conseguir las cosas.         Esto no quiere decir que tras un curso en la escuela exitoso, no le podamos premiar con algo que le entusiasme.

Un punto quizá marginal pero que creo que es importante es ser honesto con el niño, coherente en nuestras acciones, cumplir nuestras promesas hacia él. De forma en que el niño siempre pueda confiar en nosotros

Y hemos llegado a la conclusión de este punto El objetivo principal de la Disciplina Positiva es conseguir que el niño se acepte y autorrespete, que adquiera las herramientas para lo más importante realmente, poder tener una buena interrelación con los demás, algo que hará su vida mucho más fácil, empatía, generosidad y estar preparado para esforzarse para lo que se proponga. Y como colofón también habremos conseguido que nos respete a los padres, no por las malas, sino por las buenas    

Creo que no necesito decir cual el sistema de educación paternal que creo mejor y que yo mismo en la actualidad implemento con mi hijo.                                                                                                                                                                                                                              

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