¿Tan diferentes somos?

 


Vale, tú y yo somos diferentes, pero ¿Tanto?

Yo soy blanco (bueno mi piel es más bien morena) y tú quizás seas negro (bueno tu piel es más bien marrón), ¿esa pequeña diferencia es realmente significativa? Desde el punto de vista biológico, psicológico, emocional, reproductivo; NO.

Nuestras necesidades físicas, emocionales y sociales son muy parecidas.

Nuestros deseos, querencias, sueños son muy similares.

Ser blanco o negro o amarillo, ser más feo o más guapo, ser más fuerte o más débil, más alto o más bajo, más rico o más pobre, más poderoso o menos poderoso, más extrovertido o más introvertido...No cambia nada de lo anteriormente citado.

Todos nosotros, todos, en el fondo, necesitamos lo mismo, queremos lo mismo, deseamos y soñamos con lo mismo.

Porque en realidad el ser humano no es simplemente lo que es; muy al contrario, el ser humano es lo que quiere ser, lo que desea, lo que sueña y la conciencia que de ello tiene. Compuesto de sonrisas y lágrimas, de dolor y placer, de alegría y tristeza, de desesperación y esperanza, de amor y odio.

Es cierto que no hay un solo individuo idéntico en el mundo. Pero sus diferencias son insignificantes comparadas con sus similitudes.

Conforme el ser humano ha ido muy poco a poco adquiriendo esa conciencia, las relaciones entre individuos supuestamente diferentes, grupos, sociedades diferentes, países diferentes, han ido mejorando; las relaciones interpersonales entre personas de diferentes razas, diferentes creencias y religiones han ido floreciendo.

¿Y las guerras?

Las guerras siempre han estado ahí, pero como anomalías, no como la norma, como consecuencia de carecer de la conciencia de que en el fondo todos queremos y necesitamos lo mismo y las diferencias existentes nunca han sido un argumento válido para matar a otro ser humano, sino que han sido simples excusas esgrimidas por unos pocos individuos que SÍ son realmente diferentes al resto de todos nosotros, Individuos cuyos deseos y querencias chocaron con todo lo que nos hace humanos al resto.

Conviene recalcar que ya desde la antigüedad los períodos de paz han superado ampliamente a los periodos en guerra. Pero en los libros de historia, sobretodo los que nos enseñan en nuestra época escolar, se focalizan más en las grandes guerras y batallas que en los periodos de paz, De hecho, sin ir más lejos, actualmente ocurre algo parecido, sólo que magnificado por los medios de comunicación y el internet que venden mucho más a base de tragedias que de historias pacíficas y de prosperidad. Cuando paradójicamente, pese a lo que nos quieran hacer creer, estamos viviendo una de las épocas más pacíficas en términos generales. No pretendo silenciar o menospreciar guerras actuales como la de Ucrania contra Rusia o la de Israel contra Palestina. Es crudo decirlo de esta forma, pero estadísticamente el número de guerras por número de países existentes y el número de muertes de guerra por número de habitantes del planeta, son los menores de toda la historia. No digo que esté bien, más bien, está mejor y susceptible de mejorar.

¿Y Trump? ¿Y Vox? ¿Y la Manosfera y el resurgimiento del odio a la mujer? ¿Y los países aún totalitarios carentes de libertad? ¿Y la desigualdad de todo tipo que aún se esparce por todo el planeta? ¿Y.....?

Pues aunque suene triste decirlo, la idea de esta entrada parte de un marco teórico por el cual el hombre a lo largo del tiempo ha ido haciéndose consciente de lo mucho que se parece a su vecino y lo mucho que le beneficia colaborar con él que enfrentarse a él. Pero este marco teórico es un proceso en evolución, el cual ha aumentado considerablemente el bienestar de la mayoría del planeta, pero que todavía necesita continuar implementándose a nivel colectivo e individual.

Quizás hoy me encuentre más optimista que de costumbre. Pero es que no hay nada tan perjudicial para el desarrollo personal y colectivo, como los sentimientos de desesperanza, de derrotismo y de ruina: todos ellos llevan a la paralización y bloqueo de la persona. Y es una verdadera pena que eso suceda en base a datos manipulados y magnificados por los medios de comunicación.

No hay que olvidar a su vez que una sociedad desesperanzada y atemorizada es mucho más fácilmente manipulable.



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