De los sentidos hasta el Amor. Deshumanización



Hoy me han rondado dos ideas todo el día desde que me levanté esta mañana.
Quería escribir sobre ellas pero no me decidía por cuál empezar.
He pasado todo el día solo, excepto la comida con mi padre a la cual me he autoinvitado y de paso le he hecho la visita semanal.
Luego siesta, cambiar el antivirus del portátil, una conversación por whatsapp en un grupo que creé para cuestionar el Cambio Climático, o por lo menos cuestionarlo tal y como nos lo cuentan. Soy alérgico a las verdades impuestas del modo que sea, y sobretodo las que parecen incuestionables. Y luego una cena sana y peliculita descargada recomendada por algún crítico del gremio. Pero aunque realmente la película me estaba gustando, el cerebro me ha hecho un clic, he apagado la televisión y me he salido a la terraza a fumar un pitillo y escuchando esta canción ya sabía que era la hora de escribir.
La tercera idea ha sido no tener que decidir sobre qué escribir, escribiría sobre esas dos ideas aparentemente inconexas en la misma entrada, quién sabe si al final pueda encontrar un punto de conexión entre ellas.
Damos por sentado que cuando sentimos amor por alguien es simplemente,y perdón si redundo, porque sentimos amor. Un sentimiento desencadenado por la persona que amamos. Ya se que también hay gente que o sabe o intuye que el amor es un sentimiento mucho más complejo que las simplistas ideas que nos han hecho creer, ya fuera por pura ignorancia (del que supone que nos tiene que enseñar o también de los que siempre han preferido no saber, en general, y en particular en el amor pues "le quitaría el encanto, el romanticismo") , por pura pereza de tener que explicar un concepto complicado cuando es mucho más sencillo no explicarlo, incluso (y en esto soy casi obsesivo en muchos temas) por querer vendernos una idea con propósitos rentables, véase comerciales, y no lo digo por decir, hay varias razones por las que se nos puede hacer creer que el amor es algo mucho más sencillo, simple y espontáneo, por tanto más fácil de conseguir y de mantener de los que en realidad es. Pero si llego al final de esta, que espero, larga entrada, ya las citaré.
Repito como otras veces que no soy ni un psicólogo, ni un neuropsicólogo, ni un psiquiatra y desde luego no soy ni un coach ni un consejero matrimonial.
Lo que escribo lo hago en base a mis conocimientos adquiridos estudiando y leyendo y de la experiencia. Pero algunos o todos ellos pueden ser erróneos por no estar actualizados o por simples errores de memoria.
Pues bien, comencemos.
Un intento de intentar explicar el amor, a una población que ya no es tan ignorante y que "no ha tenido suerte en el amor" y que con toda lógica se ha preguntado ¿Y si la suerte no tiene nada que ver? Si conmigo el amor no ha funcionado, al igual que cualquier cosa, evento, relación, habrá que saber primero cómo funciona.
Y durante un tiempo se les nos ha dado una información incompleta y reduccionista. Una mezcla hormonas ligadas al instinto reproductor y una serie sustancias químicas que afectan a nuestro cerebro de manera que así sentimos amor, igual que podríamos sentir odio.
Puede que a algunos le sirva pero a mi no me basta. Es como una verdad a medias, siempre acaba saliendo a la luz aquello que te ocultaron y eso te puede hacer sentir muy estúpido, como poco, sobretodo si ello te lleva a una situación dolorosa.
Todo se inicia en los sentidos. Sin ellos no habría ni amor, ni odio, ni tristeza o alegría. Curioso porque son la parte más sencilla del proceso, y aun así no tan simple. Todos nuestros sentidos se basan en un principio básico, la existencia de receptores que son lo que captan los estímulos externos al cuerpo (aunque también tenemos receptores parecidos en nuestro interior que captan estímulos internos, estos no formarían parte de nuestros 5 sentidos a estudio). Intentaré sintetizar lo más que pueda, para que esta entrada no parezca una clase de medicina.
Empiezo con el tacto pues es probablemente el sentido al que se le da menos importancia y por el contrario es el más importante para nuestra supervivencia, y para muchas cosas más, incluído el amor. En la piel tenemos básicamente 3 tipos de receptores. Los de presión importantísimos a la hora de todas las acciones que hacemos con las manos o los pies, imprescindibles en todo contacto social, desde una caricia hasta un bofetón, sin este aspecto del tacto no nos daríamos cuenta de cualquier presión excesiva en nuestra piel hasta que pudiéramos resultar heridos.
Los del dolor son más reconocibles por la intensidad y sensación negativa que transmiten, porque nos pueden avisar antes de resultar heridos, aunque también nos avisan de cuando ya hemos sido heridos. Los de temperatura son también bien conocidos, pero no por ello menos importantes, sin ellos sufriríamos congelaciones o quemaduras con facilidad. Estos receptores térmicos pueden transmitir sensaciones que se pueden asociar al amor.
Esto no debería extrañar porque ya avanzo, el amor es el resultado de un proceso poliédrico que se inicia en los sentidos y finaliza en el cerebro tras pasar por todos los sistemas que constituyen nuestra mente. Al igual que cualquier otro sentimiento, aunque intentaré incluso llegar al origen diferencial de poder sentir amor u odio, tristeza o alegría, o todo a la vez y/o por la misma persona.
Uff sólo acabo de empezar la entrada y ya me estoy congelando aquí fuera en la terraza, no quiero escribir sin mi cielo estrellado, haré caso a mis receptores de temperatura y me iré al catre. Como dije esta entrada será larga. Así que sin prisas ahí lo dejo por hoy.
Back on track!
Esta vez de buena mañana, saliendo el sol, con un café bien calentito, mi musiquita y un cielo de un azul embriagante salpicado con una solitaria nubecilla en forma de flecha.

Vamos con el olfato, otro de los sentidos infravalorados. En este voy a ser más escueto si puedo. El olfato al igual que el gusto pertenece a los llamados sentidos químicos pues sus quimioreceptores detectan partículas químicas disueltas en el moco aquellos son estimulados, la percepción posterior de de estos estímulos es lo que llamaremos olores. Hay tres sistemas de detección; el olfatorio, que es el que más conocemos, percibe las partículas odoríferas presentes en el aire y nos informa del medio ambiente, los alimentos, los animales y las otras personas, con lo que condicionan nuestro comportamiento alimenticio y social. El segundo sistema se especializa en la detección de las feromonas de nuestra especie, importante en las funciones reproductivas y de preservación. El tercero es un sistema de defensa que nos alerta de partículas tóxicas o irritantes presentes en el ambiente. Por lo que vemos el sistema que más se va asociar al complejo mundo del amor es el primero, pues no solo puede participar en la atracción o rechazo hacia otra persona, sino que además es uno de los sentidos con más potencia evocadora de nuestras memorias.
El gusto es uno de los sentidos estrella para algunas personas (las que disfrutan comiendo y paladeando alimento conocidos o desconocidos) para otras es mayormente sólo un sistema de defensa, que evita comer alimentos que no gustan o toleran (interpretado inconscientemente por el cerebro como alimentos posiblemente tóxicos, aunque este sea un sistema complementario al del olfato en la detección de sustancias tóxicas, en la mayor parte de casos, su función carece de importancia y obedece sencillamente a una cuestión de elección de unos sabores sobre otros). El gusto se basa como el olfato en la estimulación de receptores químicos pero que en este caso se agrupan en las estructuras que llamamos papilas gustativas que se hallan principalmente por diferentes áreas de la lengua, aunque también puede haber en el paladar y en la mucosa de la faringe y glotis. Tradicionalmente éstas se han considerado especializadas en los diferentes gustos. Ahora se ha comprobado que dependiendo de la cantidad de estímulo por diferentes partículas, estas papilas pueden detectar más de un tipo de gusto a la vez. Se han descubierto receptores diferentes para gran cantidad sustancias, pero se han agrupado de forma práctica en cuatro categorías o sensaciones primarias del gusto: agrio, dulce, ácido y salado. Cabe destacar que cuando se mastica el alimento, el bolo alimenticio, antes de ser deglutido, emana un  flujo aéreo retronasal que aporta información olfativa complementaria. La información gustativa que aporta el olfato no proviene del exterior, esto es, no olemos el alimento y luego informamos de ello, es a la inversa, primero se come el alimento, se mastica y los aromas que desprende el alimento masticado y mezclado con la saliva alcanzan el órgano olfatorio por el conducto trasero que unen a la cavidad nasal con la bucal. de  Esa información olfativa se une por vías nerviosas separadas a la información propiamente gustativa de las papilas en la lengua, tanto la procedente de las papilas gustativas como de receptores somáticos y térmicos que nos informan básicamente de la textura y la temperatura del alimento. Y finalmente se conforma una sensación del gusto que es en realidad una construcción de dos sentidos. A priori la sensación del gusto podría tener alguna relación con el amor, desde el gusto de la saliva del otro al darnos un beso hasta algo poco científico pero que mucha gente dice haber sentido "me enamoró con el estómago" ;), incluso una comida verdaderamente apetitosa puede predisponer a un ambiente positivo al estar con otra persona.
La vista es el sentido mas usado por el ser humano aunque en mi opinión, no el más crucial en el proceso del amor.
Es, si cabe, más complejo que los anteriores, porque no se limita al ojo. Donde en el tacto y el olfato las sensaciones finales se envían ya directas al cerebro para interpretarlas, y en el gusto aunque necesite del olfato las sensaciones unidas también se envían directas al cerebro.
En sentido de la visión, a parte de necesitar una preparación de los estímulos en forma de rayos de luz (ondas electromagnéticas) por medio de la pupila que gradúa la cantidad de luz que entra en el ojo (el orificio central en el iris que es el que se encarga que la pupila se abra o se cierre según la intensidad de la luz o la necesidad de la retina. También se prepara el rayo de luz mediante la refracción que realiza el cristalino, la lente que está detrás de la pupila y que redirige los rayos de manera que vayan a parar preferentemente a la zona de la retina más poblada de fotorreceptores, la fóvea. La anatomía del ojo es mucho más compleja que esto y la fisiología de la visión también, pero como ya digo, si no intento sintetizar, esto se alargará y sería una clase de medicina. Nos saldríamos del objetivo que es el intentar plasmar cómo se llega hasta el amor, su origen y su proceso, algo que se ha considerado durante tanto tiempo como algo mágico, incapaz de ser explicado científicamente.
Pues bien, en la fóvea se hallan los conos en alta densidad aunque pueda haber algunos por otras zonas. Los bastones se hallan únicamente en la periferia de la retina. Estos conos y bastones son estructuras fotorreceptoras.
Hay dos grandes diferencias en ellos. Primera, los bastones tienen una muchísima mayor sensibilidad a la luz por lo que se encargan de la visión nocturna o en condiciones de semioscuridad, los conos tienen mucha menos sensibilidad a la luz por ello se hallan en mucha mayor densidad y son los encargados de la visión diurna, con todo lo que conlleva, no sólo los colores, también los detalles, la profundidad y tridimensionalidad (en conjunción con la imagen vista por el ojo contrario, la visión bifocal). La segunda es que los conos sólo tienen un tipo de un solo fotopigmento capa de captar el azul-gris y a penas se pueden distinguir colores en bajas condiciones lumínicas, mientras los conos son de tres tipos según la gama de color que captan, azul- violeta, azul-verde y amarillo-verde. El sistema de los colores es mucho más complicado de lo que se creía o se enseñaba hasta ahora. Es básicamente un sistema en que se mezclan la señales eléctricas resultantes de la activación del pigmento por la luz, de por lo menos dos tipos de conos y esta mezcla no se hace in situ sino que se realiza en una zona de la corteza cerebral donde llegan a través del nervio óptico por separado, allí es donde se crea finalmente la sensación visual que luego se enviará a otra zona del cerebro para interpretarla. La gama clásica de colores nace de esta mezcla de señales de los conos lejos del ojo. Dejémoslo ahí.
El oído, siendo para mi el que más puede estar involucrado en creación del sentimiento amoroso, es al que le voy a dedicar menos tiempo, porque es muy complicado, estoy cansado e iré a la clave de su funcionamiento. El sonido, las ondas sonoras una vez atraviesan el conducto auditivo externo, chocan con el tímpano, una membrana flexible, que absorbe las ondas sonoras, y transmite su energía en forma de energía mecánica al Martillo al que está unido y éste a una serie de huesecillos interconectados en el Oído Medio. De ahí, esa energía mecánica mediante un proceso complejo en la Cóclea, en el oído interno, se transforma en energía eléctrica y esas señales ya se envían la zona auditiva de la corteza temporal para ser interpretadas. Como he dicho me parece el más importante de los sentidos en el proceso del amor, porque implica la capacidad de escuchar lo que nos puede decir otra persona, y la palabra es muy poderosa, si escrita lo es, hablada más, porque no sólo puede tener un contenido explícito e implícito decisivo, también tiene una serie de elementos como es el volumen de la voz, la textura, la velocidad o lentitud que le pueden dar una carga extra de significado a lo que se habla. Y sólo un dato curioso que quizás ya sepáis. Existe un sistema paralelo y marginal de audición al que le llaman paratimpánico. A partir de ciertos decibelios, las ondas sonoras a través de diferentes partes del cráneo pueden transmitir energía mecánica a los huesecillos del oído medio, sin mediar la membrana timpánica, por ello podemos a veces escuchar un sonido con los oídos tapados y debido a que el mecanismo es diferente al timpánico, cuando escuchamos nuestra voz grabada, nos parece extraña, diferente a la que oímos habitualmente.
Bien, ahora empieza lo verdaderamente interesante.
Ya tenemos las sensaciones, ahora ¿qué hacemos con ellas?.
Simplificaré un poco y puede que me equivoque.
A partir de ahora aparece el cerebro primitivo; el sistema límbico, el hipotálamo y la amígdala (diferente a las que nos quitaron de pequeños a muchos) que están cerca de la base del cerebro. Se le ha llegado a llamar el centro de las emociones.
Es así pero con matices. El sistema límbico sería el equivalente a lo que se ha llamado cerebro reptiliano y es básicamente un sistema orientado a la supervivencia, los instintos más arraigados en el ser humano. En el Hipotálamo, una vez las sensaciones han sido procesadas en diferentes cortezas sensoriales, se realiza un proceso de discriminación, a varios niveles. Lo primero, si se reconoce o no. En esto participan los centros de la memoria. Si no se reconoce, esto es, es una sensación nueva, dependerá de diversos factores como la personalidad y edad del individuo y otros factores, o se enviará a la corteza prefrontal (la que piensa activamente y decide) o no se hará nada (bloqueo ante una situación nueva o inesperada) o se huirá. Una vez reconocida la sensación se interpreta primero como algo bueno o malo para el organismo (Simplificando) y se envía al sistema límbico. Este tiene su propia memoria en cuanto a cualquier sensación que amenace la supervivencia, pero también sensaciones buenas o positivas. Ante sensaciones que denoten mucho peligro, se activa el sistema de defensa, que incluye el sistema simpático con la secreción de cortisol, la secreción de adrenalina y otras sustancias todas ellas activadoras del sistema muscular y sensorial, mientras se desactiva todo proceso que no necesite el individuo para huir o luchar. Bueno, pues ahí ya tenemos una emoción, el temor. Un ejemplo. Esa emoción pasa por la amígdala que a pesar de ser pequeña tiene mucho poder porque crea el impulso como reacción a la emoción. 
Normalmente los impulsos que vienen del sistema límbico y de la amígdala son dirigidos a la corteza prefrontal la cual funciona como filtro de esos impulsos, frenando aquellos que pudieran derivar en comportamientos inadecuados o peligrosos. Es una de las habilidades de la Corteza Prefrontal, ser capaz de hacer juicios de valor, dirimir a partir de su conciencia y en base a datos acumulados en la memoria si una acción puede ser correcta o no. A partir de ahí la Corteza Motora y Premotora actuarán o no.
Eso es normalmente. En situaciones de extremo peligro (real o percibido) la activación de la amígdala puede ser tan rápida y potente, que el filtro prefrontal no tenga opción de actuar y del impulso se pasa a la acción, lo que a veces puede ser beneficioso para nosotros (ante un peligro alto e inminente milésimas de segundo pueden ser clave para sobrevivir), otras veces, esta vía de acción (lo que llamaríamos actuar impulsivamente) ya sea por un peligro real o percibido, puede ser nefasto, sobretodo si es exagerado en comparación con la sensación.
Estoy hablando del sistema de supervivencia para explicar el funcionamiento estímulo-sensación-emoción-impulso-acción. Pero este proceso lo realiza constantemente nuestro cerebro cada día, aunque no sea en base a una situación de peligro. El proceso es el mismo. Lo que pasa es que en la vida diaria normalmente la que manda es la corteza prefrontal. Luego a parte como decía al principio de esta parte, el funcionamiento de ese proceso, sobretodo en lo que respecta a evaluación de riesgos y control de los impulsos, varía mucho entre individuos.
Lo que nos lleva a un punto esencial.
El que se haya fijado, en el proceso estímulo....acción, he omitido deliberadamente el sentimiento. Lo entenderéis cuando explique las diferencias entre emoción y sentimiento.
Hay personas que no saben distinguirlos, ni se lo han propuesto. Otras saben distinguirlos con mayor o menor certeza. Y es normal. Esta certeza ha dependido de creencias populares, pero también de distintas teorías filosóficas, psicológicas y neurocientíficas sobre un tema muy investigado a lo largo de los años, y sobre el que, a día de hoy no existe una postura ecuánime. Ante ello, no me he fiado de mis conocimientos y he buscado estudios al respecto, para reafirmar mis conocimientos o por el contrario aumentarlos o modificarlos. En ciertas entradas dejo que fluya la información de mi cerebro al teclado, confiando intuitivamente en lo que sé o lo que siento. En este artículo he dejado fluir la parte que más dominaba, la anatomía y fisiología de los sentidos, incluso su viaje a las zonas cerebrales de identificación e interpretación de las señales sensoriales. Incluso al proceso reactivo que transforma una sensación en una emoción, ésta en un impulso y finalmente en una acción. Pero, aunque muchos tengamos claro lo que es un sentimiento y una emoción, la verdad es que lo hacemos intuitivamente, y eso nos puede llevar a errores, y esos errores pueden tener consecuencias en la vida real.
Por ello no quería hablar del amor como sentimiento sin antes cerciorarme de qué es un sentimiento y qué lo diferencia de una emoción como la alegría o la ira.
Hay muchas teorías al respecto; la evolutiva, la social, la cognitiva o la neurocientífica. Todas tienen aproximaciones válidas a la descripción de las emociones y los sentimientos, unas se basan en su contenido, otras los dividen, otros los unen, incluso la idea de que el sentimiento es un complemento a la emoción o que los sentimientos derivan de las emociones. Pero ninguna de ellas por sí mismas son 100% coherentes, en el sentido de que no se pueden aplicar universalmente, que puedan explicar los sentimientos en bebés, o la existencia de emociones e incluso sentimientos en animales de inteligencia más avanzada. Finalmente he dado con un artículo científico que repasa todas las citadas teorías, y en vez de rebatirlas, reconoce las hipótesis de esas teoría y selecciona todo lo que le sirve para crear una nueva hipótesis que sea coherente, universal (que se válida para diferentes culturas, para diferentes edades (los bebés) y los animales) y realmente la encuentro muy convincente y trasladable a la realidad del día a día. Os dejo el enlace a dicho estudio por si alguien quiere profundizar en el tema.
La hipótesis parte de Ekman, psicólogo norteamericano, que basó su descripción de las emociones identificando cinco características comunes a todas las emociones que denomina "básicas": inicio rápido, corta duración, ocurrencia espontánea, evaluación automática y coherencia entre las respuestas.
Entonces básicamente el autor del artículo propone definir como sentimiento a los estados emocionales que precisamente no cumplan las citadas características de Ekman: 
1.  No son respuestas inmediatas al entorno, por ejemplo una persona siente Culpa tras todo un proceso cognitivo de reflexión y comparación de un hecho o recuerdo de un hecho y comparación con su sistema ético/moral. Esto no sucede de forma inmediata y espontánea como cuando nos emocionamos al ver a un amigo entrañable.
2. Pueden perdurar en el tiempo, a diferencia del temor suscitado por el gruñido de un perro cercano, que cesa en cuanto me encuentre a cierta distancia, un sentimiento de vergüenza o tristeza pueden permanecer durante días o semanas sin necesidad que el estímulo lo provocó esté presente. Es más los sentimientos pueden ser evocados con gran fidelidad al recordar el estímulo que los provocó.
3. Adaptabilidad a lo social: la función de  los sentimientos parece ser ayudarnos a adaptarnos a un código social y a la comunidad que lo practica. Así la naturaleza de los sentimientos no sería de tipo instintivo sino cultural.
4. Poseer contenido conceptual: los sentimientos deben necesariamente involucrar creencias o juicios.
5. Penetrabilidad cognitiva: si se acepta que los sentimientos se dan en contextos culturales y que se basan en creencias y juicios, deben verse necesariamente influidos cognitivamente.
6. Evidencia corporal sutil: a diferencia de las emociones, los sentimientos no manifiestan señales corporales distinguibles a simple vista y universales. Si las muestran, éstas son muy sutiles.

Básicamente yo lo sintetizaría diciendo que una emoción es una reacción espontánea, automática y breve a un estímulo externo o interno (un recuerdo también puede evocarnos una emoción), que no necesita de reflexión y que nos ayuda a interactuar con nuestro entorno en las cosas más básicas (que no por ello menos importantes, pues muchas de ellas tienen repercusión en nuestra supervivencia). Mientra un sentimiento es un estado emocional que no es espontáneo, automático ni breve y necesita de reflexión, el uso de nuestra cognición para comprobar la adecuación de nuestras acciones al código social en el que nos hallamos.
Vemos pues que ambas, las emociones y los sentimientos son estados emocionales que nos dirigen a actuar de una forma u otra, o a no actuar. Y he dicho nos dirigen, porque esa sería una última diferencia para tanto emociones como sentimientos que en ese sentido los asemeja. Allá donde las emociones no son  evitables, el impulso que puede derivar de ellas, sí puede ser evitable. Y eso depende de la intensidad del estímulo que llevó a la emoción y al estado emocional y capacidad cognitiva del individuo. Los sentimientos a su vez pueden llevarnos a una u otra acción o a ninguna. En el caso de los sentimientos la capacidad de evitar una acción inadecuada es mayor, al necesitar de reflexión y del visto bueno de nuestro particular Gran Hermano en la Corteza  Prefrontal, nuestro centro pensante y consciente. Pero aún así, os podríais preguntar ¿Y qué pasa con todas las locuras que he hecho en mi vida? ¿Donde estaban esas emociones básicas para protegerme instintivamente del peligro, o esos sentimientos tan bien pre-cocinados por nuestra infalible mente pensante?
Pues, y esto, lo juro, me acaba de surgir de mi mente, pero la alternativa, la que no se rige por normas sociales ni por instintos básicos. Es esa mente alternativa, un yo pirata dentro de las estructuras cerebrales fijas y ordenadas, la que en un determinado momento y por razones desconocidas, decide cortocircuitar todo ese sistema receptor y de toma de decisiones, para hacer algo que no encaja ni en un sistema de defensa ni en uno social y hace lo que le viene en gana.
Se podría decir que es el yo rebelde y libre de todo condicionamiento socio-cultural o instintivo. El yo creativo o artístico se asemeja porque es esa rebeldía y libertad la que puede permitir crear cosas, conceptos, ideas nuevas.
Y de ahí provienen las locuras que hemos hecho en nuestra vida (descartando psicopatías) una especie de rebelión a lo que nuestro cerebro, tanto el pensante como el instintivo nos dictan. 
Y ahí es donde aparece como el ejemplo de los ejemplos; el Amor y todo lo que se hace por él. El Amor es uno de los sentimientos más complejos y más difíciles de definir. Lo que está claro es que es un sentimiento, incluso quizás lo que acuñaría como un supra-sentimiento. Y está claro porque cumple todas las características que hemos dicho que tiene que tener un sentimiento. El Amor no es ni inmediato, ni espontáneo, no tiene un límite en su duración, lo social y lo cultural tienen mucha influencia en el constructo del Amor, aunque no son definitorias, porque personas de diferentes sociedades o culturas se pueden enamorar o sentir Amor a pesar de esas diferencias. Aunque de un modo u otro la cognición, el cerebro pensante tiene mucho que ver con el proceso de llegar a amar a una persona.
Bueno para aligerar esta densidad de conceptos, pongo un par de ejemplos de expresiones populares sobre el Amor.
"El amor a primera vista". Eso no existe. Lo que sí existe y mucho, es esa emoción provocada por las sensaciones de conocer a una persona nueva, ya sean visuales, auditivas o de otro tipo que nos provocan un estado de atracción intenso. Por tanto eso es una emoción. De ahí al verdadero Amor hay un largo camino.
"Estar enamorado como un loco" Este concepto, el del enamoramiento es interesante porque comparte características de las emociones como la espontaneidad (uno no se enamora de forma premeditada), la brevedad (la etapa de enamoramiento tiene fecha de caducidad) desde aquí las otras características de la emoción se vuelven menos nítidas. Uno puede enamorarse a pesar de circunstancias sociales adversas o ideas y creencias muy asentadas en el individuo. Esto lo sitúa a medio camino entre una emoción (atracción) y un sentimiento (Amor). Y en esa parte más cognitiva, la que en realidad está intentando validar esa atracción y convertirla en un estado emocional superior y duradero, es donde nos pegamos a veces el gran tortazo, donde nos llevamos una decepción. Porque el hecho de que el enamoramiento sea tan emocional, puede interferir en el proceso de validación, esto es, conocer de verdad a la otra persona, y puede hacernos equivocar y ni siquiera llegar al eventual Amor.
Y ahí aparece otra expresión muy popular: "El amor es ciego". Y por supuesto que no lo es. Como mucho a veces puede necesitar  unas gafas correctoras. El que es ciego es el enamoramiento, que ante su enorme emoción de atracción puede no ver lo que no quiere ver o imaginar cosas que no existen.
Por supuesto que el enamoramiento puede llevar al sentimiento de Amor, pero normalmente cuando haya un sano equilibrio entre la parte emocional del enamoramiento y la parte cognitiva, lo que deje la oportunidad a nuestra mente de conocer poco a poco a esa persona que tanto nos atrae. En el momento en que nuestro cerebro pensante nos avise de que hay partes de la persona que estamos empezando a amar o a punto de hacerlo, no son compatibles con nosotros, normalmente el encanto se romperá, y si hacemos caso a nuestro cerebro pensante romperemos la relación y evitaremos sufrimiento tanto para nosotros como para la otra persona.
Pero todavía no he definido al Amor como sentimiento. Mucho de lo que se puede decir del Amor erótico, se puede aplicar a otros tipos de amor como el fraternal, el paterno filial, o el de la amistad.
Me centraré en el Amor erótico. No creo que se pueda hacer una definición exacta y universal, así que haré sólo una aproximación. Y no se puede definir en una sola frase.
El Amor es un sentimiento que necesita originarse en una emoción de atracción, mayor o menor. Necesita de la etapa de enamoramiento donde se acaba discerniendo si aquella atracción inicial era válida para nosotros. Una vez que nos sentimos seguros de que esa persona a la que empezamos a conocer encaja con nuestra forma de ser (atención, en absoluto tiene que ser como nosotros, más bien encajar) y que es una fuente de gozo para nosotros, estamos preparados para zambullirnos en la aventura que es amar. Amar supone intentar ofrecer lo mejor de uno mismo al otro, al mismo tiempo que recibimos del otro. Supone también desear con intensidad la felicidad del otro. El Amor verdadero supone un esfuerzo de entendimiento del otro, de paciencia con las dificultades que puedan surgir en el acoplamiento de dos personas que son diferentes y únicas, de la aceptación de los defectos del otro que iremos encontrando (de ahí mi idea de gafas correctoras, con esa lentes correctoras, con una actitud diferente, los defectos del otro se pueden tolerar o incluso transformar en virtudes que para nosotros siempre habían parecido ser defectos), aceptar también que no todo va a ser gozo al lado de esa persona. Por eso lo he llegado a llamar supra-sentimiento porque a diferencia de otros sentimientos, como el odio, hay que hacer un esfuerzo consciente para sentirlo y sobretodo para mantenerlo. (Aunque curiosamente en el odio también es necesario hacer un esfuerzo, pero no para mantenerlo sino para perderlo).
Antes de escribir esta entrada pensaba que todo Amor erótico tenía fecha de caducidad porque es lo que yo había experimentado. Pero luego inmediatamente pensaba en mis padres que se amaron de verdad durante más de 60 años, y sólo la muerte de mi madre acabó con esa unión, aunque mi padre continúe amándola.
Tras escribir esta entrada diría más bien que el Amor erótico no tiene por qué tener fecha de caducidad, pero tampoco se le debe considerar eterno.
Porque la duración de una historia de Amor depende de muchos factores, pero sobretodo el aceptar que es una aventura que puede salir bien o mal y ser conscientes de si estamos dispuestos a hacer esfuerzos y hasta qué límites.
Obviamente, por el gran aumento de divorcios y separaciones de las últimas décadas, se podría decir que estamos encajando muy mal nuestras diferencias.
Pero no quiere decir que haya más diferencias irreconciliables entre los amantes de hoy en día que entre los de antaño. La clave está en esos límites de esfuerzo que he mencionado. Hoy en día esos límites se han rebajado mucho, cada vez toleramos peor las diferencias entre nosotros, algo que se podría extrapolar a la sociedad en su conjunto.
Con esto no quiero decir que debamos aguantar cualquier cosa de nuestro amante, solamente digo que si intentáramos un cambio de actitud ante la vida, olvidar un poco nuestros egos y supuesta "dignidad", nuestro egocentrismo y recordáramos que, como siempre se ha dicho, lo realmente bueno en la vida siempre requiere de esfuerzo, el Amor nos duraría un poco más.
Por puro sentido común he cambiado mi idea de tratar dos temas en una sola entrada, aunque la Deshumanización tiene cierta relación con los mecanismos que llevan al Amor, creo que esta entrada se merece (si alguien la ha leído) uno, o dos pensamientos. Por ello cierro aquí para dar esa oportunidad de reflexionar. Ya en la próxima entrada, me referiré a esta si es necesario.

PD Para el que se haya fijado, siempre he escrito Amor con mayúscula, por lo que dije de que lo considero un supra-sentimiento y porque para mi es el sentimiento más sublime que existe y por ello le doy categoría de nombre propio.

https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/8397707.pdf


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