Trastos y trastornos

Bueno, en espera de leer un poco más sobre el tema Infidelidad en la pareja y poder hablar con más propiedad, voy a tratar de algo más personal.
Mis trastos.
Soy una de esas personas que acumulan trastos, incluyendo antiguas cartas, libros amarillentos y, por supuesto una cantidad ingente de cargadores y cables de aparatos que ya no uso.
Por ello, haya vivido donde haya vivido, siempre se ha creado de una manera natural un cuarto de los trastos.
Dependiendo del tamaño del piso, sería el mismo del ordenador, y estaría un poco más ordenado, por eso de no tener que troprezarse cada vez que me dirijo a mi querido "compañero" de la comunicación y los juegos.
Y claro está, siempre llega el momento de recibir una visita y, o te inventas una excusa (la puerta está atrancada, la acabas de pintar, o simplemente tiene a un extraterrestre dentro escondido) o le enseñas el cuarto de los horrores y te expones a los comentarios mas curiosos y absurdos que te puedas imaginar...
Y luego viene tu madre, a decirte que el desorden es la madre (jajaja) de todos los males.
O el  "listo" que te descubre que el orden de tu casa refleja el orden de tu cerebro, y te piensas bien si darle un hostión por entrometido y poco sensible ante tu trastorno, o bien hacer un gran esfuerzo de empatía y explicarle que mi cerebro está tan ordenado como a mi me viene en gana y que él no está en posición alguna de juzgar tal realidad.
Nuestro cerebro es un auténtico misterio para nosotros mismos, mucho más para los demás.
Lo propios científicos reconocen que no tienen ni pajolera idea de como funciona nuestra sesera.
Y sin ir más lejos, Eduard Punset lo ilustró bien gráficamente en una camiseta que decía “Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni le importa”. Olé!!! Como admiro y conecto con este hombre!
Entonces, si yo tengo algún trastorno mental, ¿tiene algo que ver con el orden en mi casa y con la cantidad de trastos que acumule?
Por supuesto que no!
Tengo cartas que jamás tiraré porque me recuerdan quien fui durante una época importante de mi vida, algo que no quiero olvidar.
Trocitos de diarios escritos en momentos muy obscuros que, releyéndolos ahora, me hacen ser consciente de lo tremendamente bien que me siento en estos momentos.
Y esos cables y cargadores viejos, si quizás los podría tirar ,¿pero a quien le importa?
Para finalizar me gustaría recordar un viejo dicho, más bien alegato popular frecuentemente pasado por alto:
"Jamás, jamás, jamás le des consejo a alguien que no te lo ha pedido, y si te lo piden, piénsate muy bien lo que vas a decir, pues probablemente la persona que te lo pide ya tiene decidido de antemano lo que va a hacer y probablemente solamente te utilizará como excusa para llevarlo o no a cabo".
Ya lo sé os acabo de dar un consejo sin que me lo pidais, pero es que este es mi blog y me encantaría que alguien rebatiera cada una de mis ideas, pero por favor, consejitos no, que para eso ya tengo a mi santa madre ;).
Ah y para esos que estén deseosos de escuchar mis pensamientos sobre la Infidelidad, sus cimientos a lo largo de la historia, su evolución, la visión de diferentes sociedades sobre ella, y su posible aplicación o no en nuestra sociedad actual; tendrán que esperar a la próxima entrada.
Eso sí, prometo una entrada cada 2 días.
Que aunque pueda no parecerlo también vivo ahí fuera ;).
Un abrazo fuerte

Comentarios

  1. No te voy a decir lo que tienes que hacer con el tío Diógenes,claro me ha quedado dónde me tengo que meter los consejos... y estoy contigo, pero hay que reconocer que no estamos bien y si conseguí "domar" a mi TOC y (al menos) ya no ordeno las especias por orden alfabético todo se puede arreglar dependiendo de la voluntad que le pongas y eso sí que es cosa tuya, única y exclusivamente tuya...

    Besets!!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Gracias por vuestros comentarios. Me encanta pensar que tengo un Diógenes en mi casa, suena importante ;).
    Por otro lado y en serio, reconozco que siempre he sido bastante desordenado pero ello no me producía ningún conflicto hasta que inicié una convivencia con una persona bastante más ordenada que yo, mi actual pareja.
    Todos somos diferentes y tenemos conceptos a veces muy divergentes sobre como llevar una casa, el orden y la limpieza.
    Pero siendo justos diré que, teniendo en cuenta la regla fundamental de la convivencia que es: tu libertad tiene que tener en cuenta la libertad del otro, reconozco que el que mi pareja sea bastante ordenada (que no excesivamente) no solo no me molesta sino que incluso me beneficia, mientras que mi desorden natural suele irritarla.
    Quitando el raro caso de PRRONI (Pérdida Relativa por Recolocación de Objeto No Identificado),solo puedo agradecer que alguna vez mi pareja haya llegado al punto de ordenar mi escritorio porque al compartir esa habitación-despacho, sólo la visión de mi mesa le supera.
    En fin que con un poco de mano izquierda y mucho cariño, se puede arreglar cualquier situación.
    Y el secreto está en la negociación, una buena negociación en que todos lo tengamos claro, evita cualquier tipo de disputa posterior, evita los reproches y refuerza el sentimiento de equipo.
    Un beso

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