El niño

 Dejadme nacer.

No lo elegí pero ahora voy a nacer.

Cuando saque la cabeza pegaré un grito de dolor

y de alegría.

Seré el rey por momentos.

Y conforme empiece a mamar, iré creciendo sin cesar.

Desvelaré a mis padres y les deleitaré con mis excrementos y orina.

Aún así serán felices como un niño con juguete nuevo.

Luego vendrán los primeros vocablos y los primeros pasos.

Caeré y volveré a levantarme una y otra vez.

Y aprenderé tal cantidad de cosas que apenas cabrían en mi cerebro

si este no creciera al mismo ritmo.

Y luego tocará iniciar la socialización.

En la guardería me daré cuenta sorprendido de que no soy el único 

pequeño ser viviente del mundo.

Y arañaré y morderé, pura supervivencia.

Y en cierto momento descubriré que es más divertido jugar con otros

que empujarlos.

Y comenzaré a comer comida extraña, extrañando la leche materna.

Y ya podré correr, lo que conllevará algún trompazo, siempre en la cabeza.

Y el primer día de escuela será inolvidable, lloraré apenado el alejamiento de mi madre,

dejándome entre un grupo de niños brutos y peligrosos. Y un adulto que me dice en todo momento lo que debo y no debo hacer.

Los adultos no comprenden nada de nuestro mundo interior.

Nuestro cerebro plástico es demasiado creativo e imaginativo para el cerebro anquilosado de los mayores.


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