Mis pies desnudos. Recuperado para mi madre.




No fuiste la primera.


Mi madre los descubrió cuando nací.


Posteriormente lo confirmó.


Si la perfección existiera, quizás lo fueran.


Y no creas, me ayudó en la vida.


Mi cara imperfecta no importaba.


Porque era consciente de llevar escondidos en mis zapatos,


los pies más preciosos del mundo.


Y andaba pisando fuerte.


Y esa sensación de tener algo muy especial en mi


me ha acompañado toda la vida.


Sólo que he descubierto que lo más especial en mi


estaba dentro de mi.


Pero nunca dejaré de agradecer a mi madre


el señalarme esos pies desnudos que ahora


tú adoras.

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